Autorretrato como gesto entre los dos
Tras seis años de actividad en Santiago de Compostela, la Galería NORDÉS abre una segunda sede en A Coruña. En su nuevo espacio en la calle Ramón de la Sagra nº3 se presenta, además, la primera de las exposiciones que comprenderán el ciclo Carta Blanca, donde la galería invitará a cada uno de sus artistas representados a construir una muestra contando con dos artistas externos.
En este primer caso, Julia Huete (Ourense, 1990) invita a Ánxel Huete (Ourense, 1944) y Kiko Pérez (Vigo, 1982) haciendo alusión a sus propias inquietudes pictóricas y, en cierto modo, a imágenes y formas que la han acompañado durante su carrera.
La exposición, además de revelar afinidades profesionales, constituye en sí misma un marco para tres generaciones distintas de artistas que han practicado y practican la abstracción en su pintura.
Los tres utilizan lenguajes propios de la modernidad y de las vanguardias de la segunda mitad del s.XX, cuyos ecos filtrados por traducciones y copias fueron llegando a Galicia desde mediados de los años 80; pero también los asimilan desde la fascinación que a cada uno de ellos les han provocado las obras y exposiciones que han visto en el extranjero.
En su pintura, esa fascinación viene y va, dejando un poso, una influencia desmitificada, donde permanece lo radical, que en unas ocasiones se digiere con lentitud y en otras aparece de repente.
Esa radicalidad reside fundamentalmente en desarrollar lo máximo desde lo mínimo (no desde lo minimal), más bien ejecutan con lo mínimo, con pocos trazos, pocas formas o una gama corta de tintas buscando una cierta economía de medios y acercándose a la pintura o a lo pictórico desde procesos y técnicas diferentes a lo largo de sus carreras artísticas.
Las obras escogidas pertenecen a la producción más reciente de Julia Huete y Kiko Pérez y a un momento concreto de la trayectoria de Ánxel Huete, cuando, ya con bastante experiencia pictórica tras los logros del Grupo Atlántica y en plena madurez artística, asimilaba conscientemente las búsquedas que otros contemporáneos estaban llevando a cabo más allá de nuestras fronteras, recogiendo también la sencillez formal y cromática provocada por las rupturas y los cambios sociales que se estaban produciendo en la Europa de principios de los 90. A pesar de la reciente revisión crítica de su obra que Agar Ledo presentó en 2017 en el MARCO de Vigo, se crea en esta exposición una nueva contextualización de lienzos transitorios entre sus series "Pintura Fenicia" y "Pintura de Albanel" al compartir espacio con piezas de otros dos artistas pertenecientes a dos escenas y generaciones muy distintas a la suya.
Julia Huete presenta en cambio una nueva serie de obras alejadas de sus últimos trabajos en textil. Utiliza la pintura a partir de la mancha, desde esquemas ya conocidos en su obra, rozando los límites de la superficie del lienzo o del papel y trazando una relación figura-fondo en la que media la línea, esta vez amasando formas que se unen y se apoyan unas sobre otras.
Kiko Pérez, por otro lado, muestra una obra en la que continua una técnica anterior, óleo y collage sobre papel, en la que primaba la construcción y la combinación de formas, unas veces orgánicas, otras geométricas; para adaptarla ahora, en sus obras más recientes, a un nuevo material, la madera, que previamente había utilizado también en sus esculturas.
En estas nuevas pinturas, más allá de su característico método constructivo, aparece por vez primera un gesto manual, aplicado de forma directa (a partir de pinceladas y lavados o arrepentimientos que revelan parte del proceso) o incluso a través de su propia representación.
Este gesto no directo de Kiko, que es más bien la representación de un gesto caligráfico, conecta también con las piezas de Ánxel y Julia. Podríamos decir que los tres aplican un lenguaje de formas en las obras expuestas.
Ánxel habla de reducción en este caso, de reducir al máximo una figura o una forma, creando pictogramas ya desprovistos de significado pero que le sirven para equilibrar la composición final. Julia, sin embargo, crea un lenguaje desde la intuición, viendo lo que aporta cada nuevo gesto, un gesto que se niega a sí mismo y que aparece en ocasiones borrado o tachado.
En las piezas de los tres artistas hay también una sucesión de capas que cubren volúmenes y construyen espacios. En todas ellas hay una sensación de fondo cancelado que no consigue situar a las formas, sino hacerlas flotar, aunque sí desvela procesos y pasos dados por cada uno de ellos.
Tampoco hay un motivo en ninguna de ellas, sino unos recuerdos, unos gestos y volúmenes repetidos, ensamblados, o incluso fusionados, que acaban por construir una composición. A partir de una relación entre orden y desorden en Julia Huete; desde el recuerdo, a veces inconsciente, de algunas formas, buscando desmontar una armonía inicial para llegar a una transformación en Kiko Pérez; o en el gesto directo, que va concretando el proyecto inicial pero dando un espacio también a los hallazgos procesuales, en Ánxel Huete.
En un momento de la visita al estudio de Ánxel para ver las telas disponibles, éste citó el Sueño de Constantino dentro del ciclo de la Leggenda della Vera Croce pintado por Piero della Francesca en la Basílica de San Francesco di Arezzo y me parece oportuno situarme de nuevo frente a esa imagen. Un gran dosel enmarca el momento y dispone a los personajes. En esta escena del fresco, incluidas las manchas y los rellenos de estuco, aparecen también varias cosas que hoy podemos ver en NORDÉS. No encontramos la perspectiva obsesiva del pintor italiano, pero sí vemos cómo el cromatismo y las capas ordenan y colocan los elementos.
Es curioso cómo el imaginario que cada uno acumula -tanto los que sólo vemos imágenes como los que, además, las crean- va enlazando datos, formas y recuerdos que muchas veces se absorben hasta ser digeridos en fases, dando lugar a nuevas conclusiones ramificadas y cambiantes a lo largo de nuestra vida.
Creo que en Carta Blanca 01. Autorretrato como gesto entre los dos sucede y sucederá esto mismo. Las tintas, como las formas no son de nadie, no pertenecen a nadie y por eso se reflejan en esta muestra. De una a otra pared y entre las obras que la componen.
Ana Area